La protesta
Luego del zarpazo golpista de Pedro Castillo y tras la formación de la actual coalición autoritaria gobernante, el hartazgo estalló en una gran protesta social bajo el protagonismo de las regiones con mayor presencia campesina e indígena del país.
Ilustración: La protesta. Una versión de For all these rights we've just begun to fight | Register. Vote, de Ben Shahn & Council of Industrial Organizations (1946). Ilustrador: @jotailustra
CONTENIDO
PRESENTACIÓN
“Asediado por sus presuntos hechos de corrupción, Pedro Castillo decidió en horas de la mañana de este miércoles 7 [diciembre] emular una dictadura sin respaldo de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas. Su gesto se desvaneció horas después tras ser vacado por el Congreso de la República con 102 votos a favor. Totalmente solo, el maestro rural fue detenido y dejó de ser presidente del Perú”. Esta es una descripción acertada del diario La República sobre el intento, fracasado por cierto, de autogolpe que el expresidente Castillo protagonizó con el fin de acabar con el acoso político de la derecha, la mayoría de los medios de comunicación y un sector del Congreso, pero también para escapar de las acusaciones de la Fiscalía por sus visibles vínculos con la corrupción.
El autogolpe de Castillo buscaba cerrar el Congreso y tomar el control de la Fiscalía y el Poder Judicial. Era, en cierta manera, un calco y copia del autogolpe de Alberto Fujimori el cinco de abril de 1992. La gran diferencia entre ambos es que el de Fujimori fue planificado y exitoso mientras que el de Castillo parecía el improvisado episodio de una tragicomedia. Más allá que algunos sectores nieguen absurdamente este hecho, la mayoría de las y los peruanos nos preguntamos, cuáles fueron las razones y los cálculos que llevaron a Castillo a protagonizar esta aventura política que lo condujo a la cárcel.
Así como no hay una respuesta a esto, tampoco era fácil prever la magnitud de las protestas que se desataron a lo largo y ancho del país a los pocos días de la caída de Castillo y de la ascensión de Dina Boluarte. Es un estallido social que, aún con similitudes con las movilizaciones de los Cuatro Suyos y de noviembre de 2020, está lleno de elementos nuevos, como afirma Eduardo Ballón en su artículo en este número de Quehacer. A la vez, Ballón resalta el alto costo —67 muertos, 1956 heridos y centenares de procesados y perseguidos— y no esconde los límites: “la gran fragmentación de nuestra sociedad y la dificultad para articular intereses, que se deriva de la misma. No existen organizaciones y movimientos sociales capaces de agregarse, como ocurría en los setenta; tampoco partidos ni políticos con liderazgo para sumar intereses y dirigir, como ocurrió en la Marcha de los Cuatro Suyos”.
Esta situación de efervescencia social, a la vez que de fragmentación, supone varios retos, en particular para la izquierda. Como afirma Ana María Guerrero “Más que hablar de una sociedad ‘en pie de lucha’, las izquierdas peruanas deberían ser capaces de reconocer que formamos una sociedad dañada, presa de contradicciones, capaz tanto de empatizar y solidarizarse que de desentenderse y volverse indolente con la mano dura. Somos una sociedad más frágil de lo que reconocemos”.
La protesta es el eje de este número de Quehacer, donde los artículos presentados son acompañados por dos entrevistas. La primera al historiador José Luis Rénique y la segunda a los sociólogos Carmen Ilizarbe y Omar Coronel. Atendemos también el papel de las mujeres movilizadas, de los medios de comunicación y el protagonismo indígena-campesino en este estallido social. En la sección internacional abordamos el avance de la ultraderecha en la región, el enfrentamiento entre China y EEUU, la larga crisis en Ecuador, así como una entrevista a Manolo Monereo sobre la guerra en Ucrania y las posibilidades de una guerra mundial. En la sección cultural se analiza la presencia del mundo andino y la representación del pueblo en el cine nacional, así como una revaloración de saberes artesanos en el diseño y arte popular. Asimismo, la importancia que tiene para la literatura mundial el poemario Trilce de César Vallejo, cumplido el centenario de su publicación.
En este número de Quehacer recordamos también a la periodista uruguaya Rosalba Oxandabarat, que vivió muchos años en nuestro país, hasta hacerlo también su país, como cuenta el sentido homenaje que elabora para nuestras páginas Lorenzo Osores. También rendimos un justo y necesario homenaje a Francisco, Paco, Durand que nos dejó en febrero de este año. Paco, como hoy se reconoce, fue un incansable investigador del poder y los grupos empresariales peruanos. Su producción intelectual abundante y valiosa al mismo tiempo, así como su compromiso con las mejores causas, hacen de él no solo un gran académico sino también un intelectual público que se atrevió a hablar y a criticar el poder de las elites en nuestro país.
Agradecemos a nuestras colaboradoras y colaboradores, que han hecho posible este número de Quehacer, por su generosidad y enorme paciencia.
Lima, julio 2023.
Alberto Adrianzén M. | Director