Los conservadores

Este es el cuarto número que publicamos de Quehacer en su versión digital. Lo publicamos, una vez más, con el ánimo de generar un debate público sobre temas diversos. El número anterior estuvo dedicada a la problemática universitaria y en el segundo tratamos sobre los cincuenta años de Velasco y de la llamada Revolución Peruana, temas muy apreciados en estos días por la proyección de “La revolución y la tierra”, el documental más visto de la historia peruana.

Este número aparece bajo el título “Los conservadores”. Debo confesar que ello ha merecido una discusión en el Comité Editorial de la revista. Otras posibilidades eran “el pensamiento conservador en el Perú” o “el conservadurismo en el Perú”.

Ahora bien, ¿qué es lo “conservador”? Según el Diccionario de política de Norberto Bobbio y otros, lo conservador o conservadurismo como sustantivo implica la existencia de un concepto, mientras que como adjetivo “califica posiciones, prácticas, ideas: el hecho de que se haga más uso del adjetivo que del sustantivo deriva de una variedad de significados atribuidos al primero y es índice de la dificultad de fijar naturaleza y fines del segundo, al punto que se ha llegado a negar directamente su existencia como concepto autónomo y unitario”. Para este diccionario esta dificultad se debe a la “poca propensión de los propios conservadores de sistematizar sus propias ideas y el abuso del término que hace en el lenguaje cotidiano político o no”- Por eso advertimos que si alguien quiere encontrar una definición de lo conservador o del conservadurismo con seguridad no la encontrará.

En lo que sí coinciden la mayoría de nuestros colaboradores en este número sobre este tema es que en el Perú no existe ni ha existido un pensamiento conservador propiamente dicho, como tampoco lo que podemos llamar una tradición política conservadora. Lo que ha existido y existe son conservadores que corresponden a distintos momentos de nuestra historia. Lo mismo se puede decir sobre el liberalismo: no hemos tenido ni un pensamiento ni una tradición liberal, pero sí liberales. Lo curioso es que el liberalismo ha tenido más éxito en el mundo de la economía que en el de la política, gracias a la expansión de lo que hoy conocemos con el nombre de neoliberalismo.

Ello nos plantea un serio problema: que la política peruana carece de tradiciones y de pensamiento políticos, más aún luego de la crisis del pensamiento aprista y comunista. Esto lo podemos comprobar cuando observamos cómo los políticos en el país son cada vez más pragmáticos, prácticamente a-ideológicos y que “confunden” el interés público con el privado, lo que es el origen de la actual corrupción. Asimismo, cómo la política es cada vez más mediática y más privatizada, convertida en una suerte de espectáculo gracias al poder creciente de los medios de comunicación, a lo que se suma una población alejada, por decir lo menos, de la policía y de los políticos.

Por eso discutir sobre lo conservador o si existe o no un pensamiento conservador o si existe o no una tradición política conservadora, no es mirar un pasado para luego convertirnos en una estatua de sal como le sucedió a la esposa de Lot al huir de Sodoma y Gomorra. Sino más bien reflexionar sobre nuestro presente para tener una idea del porqué la política y los políticos ha entrado en un franco proceso de decadencia.

En la sección internacional publicamos un artículo sobre la “guerra comercial” entre China y los Estados Unidos. También un texto sobre la penetración del evangelismo y del conservadurismo en la política internacional. Así como una conversación sobre el futuro de la región luego de los sucesos de Ecuador, Chile y Bolivia.

Agradecemos sinceramente a cada uno de las y los colaboradores de este número. Su ayuda desinteresada es lo que ha hecho posible que este cuarto número de Quehacer sea hoy una realidad.

Lima, 26 de noviembre de 2019

Alberto Adrianzén, director