Huancayo es la ciudad más importante del centro del Perú, y es tradicionalmente católica, aunque en el marco de un gran sincretismo religioso, que se expresa en sus numerosas festividades locales asociadas a imágenes de santidad, o a la conocida fiesta de cruces. Por su dinámica económica, su carácter comercial y de concentración de servicios, en ella confluyen migrantes procedentes de regiones vecinas, quienes traen consigo sus convicciones y formas de vida; también atrae a la población procedente de áreas rurales, con raigambre cristiana, pero con poco compromiso, debido a que la presencia de la iglesia católica fue decreciendo sostenidamente en las últimas décadas.

La ciudad de Huancayo tiene cerca de medio millón de habitantes. 456,250, siguiendo lo que registra el Censo 2017. En esta población convergen distintas corrientes religiosas, predominando la fe cristiana, sea católica o protestante. 74.1% son católicos (5.2% menos que en 2007), mientras que 25.9% han optado por vincularse a iglesias evangélicas, son agnósticos o tienen una postura atea. Estas cifras por sí solas no expresan los nuevos escenarios ideológicos y culturales, que motivan decisiones de acercamiento o alejamiento hacia la doctrina católica o evangélica. La pregunta es ¿por qué en la ciudad de Huancayo, han ganado terreno opciones distintas a la tradicional católica, en particular las iglesias evangélicas?

El contexto de violencia política de las décadas de los años 80 y 90 representó un avance de la iglesia evangélica, en particular en el sector rural y entre los desplazados hacia la ciudad. Ante el repliegue de la iglesia católica en el campo, las variantes evangélicas ganan presencia, empatando su propuesta ideológica y sus preceptos teológicos con el paternalismo, el machismo y el tradicionalismo característicos de este ámbito. El carácter marcadamente conservador de la iglesia evangélica prosperó en tal entorno social, y desde allí pasó a las ciudades, en particular entre los sectores urbanos excluidos, donde adquiere tintes fundamentalistas.

De otro lado, aunque su presencia en la ciudad ha sido tradicionalmente conservadora, actualmente la iglesia católica cuenta con personajes como el cardenal Pedro Barreto, un referente de opinión pública y un líder para los católicos, que expresa posturas liberales y hasta progresistas sobre la deficiente inclusión social del modelo económico, la desidia de la clase política y la élite económica frente a la pobreza o la relación de los católicos con el entorno ambiental. Este discurso progresista católico encuentra simpatizantes en los sectores urbanos A, B, C y gana terreno entre los jóvenes en tanto los preceptos de respeto y preservación de “la creación” se asocian a inquietudes ambientalistas que animan a los movimientos locales de fe católica.

Entre ambas confesiones -la fe católica y la evangélica- y considerando un entorno social heterogéneo, encontramos diferentes manifestaciones de la experiencia religiosa, aunque compartan un sustrato cultural patriarcal y paternalista. Lo que podría ayudarnos a distinguir posturas más o menos conservadoras o más o menos liberales, sería identificar en estos grupos cuál es la valoración social y política de la familia, cuál es su concepto y práctica de tolerancia o cuáles son los procesos que ponen en marcha para el adoctrinamiento y la construcción del discurso de fe, que oscilan entre el compromiso social y la militancia ideológica.

Tomando en cuenta estos aspectos, lo que se percibe actualmente es que son las tendencias evangélicas conservadoras las que se consolidan en torno a opciones políticas cuya expresión es resistirse a los cambios en el comportamiento social y negarse a la evolución del conocimiento y de las opciones en las relaciones humanas. Estas resistencias parecen ser el germen de nuevos conflictos sociales que podrían dar lugar a posturas de odio basadas en opciones religiosas.