La guerra
Son tiempos violentos. ¿Será la fuerza y no el consenso lo que definirá las características del nuevo orden que surja de la actual transición geopolítica?
Ilustración: La Guerra. Ilustrador: @acidbjazz, arte digital a partir de BELLUM, de Maarten de Vos & Philip Galle
CONTENIDO
PRESENTACIÓN
Cuando se vive una transición geopolítica —que es en realidad una feroz lucha para consolidar o establecer una nueva hegemonía a nivel mundial—, las primeras víctimas, además de los propios seres humanos, son, el derecho internacional, y los organismos internacionales. Ninguno de los dos, ninguna ley, ni tampoco está suerte de árbitro que han sido las Naciones Unidas, tienen la capacidad de frenar este enfrentamiento. No es extraño que tal transición geopolítica esté acompañada de un aumento de las hostilidades diplomáticas, e incluso de amenazas de guerra. Hoy se discute la posibilidad de una tercera guerra mundial, cuyas consecuencias serían catastróficas.
En su libro La Gran Guerra (1914-1918), el historiador Marc Ferro narra cómo los jóvenes, hombres y mujeres, marchaban alegremente al frente de batalla, pensando que esa lucha iba a durar unos cuantos meses, tras los cuales todo volvería a la normalidad. Sabemos que no fue así. La Primera Guerra Mundial o la Gran Guerra, como afirma Ferro, fue «larga, dolorosa… mostró cómo se mataban unos a otros millones de hombres». Además de producir muertes por millones, la guerra fue el colapso de los llamados antiguos regímenes, marcó la emergencia y triunfo del comunismo y años después, del nazismo y el fascismo.
Hoy, salvo aquellas de liberación nacional, las guerras han perdido su legitimidad y su halo de heroísmo. La Segunda Guerra Mundial fue acaso la última guerra cuya legitimidad se sustentaba en la lucha contra el nazismo, lo que permitió la alianza entre dos ideologías irreconciliables, la capitalista y la comunista. La idea que surgió entonces fue la de construir un mundo con reglas e instituciones y dio como resultado un sistema internacional bipolar resguardado por superpotencias. Pese a sustentarse en un equilibrio político-militar precario, en la existencia de zonas de influencia bajo control de EEUU y la Unión Soviética y hasta en la posibilidad de una guerra nuclear, este sistema le dio al mundo una cierta estabilidad.
Al caer el Muro de Berlín y desaparecer la Unión Soviética y sus aliados, el comunismo dejó de ser una propuesta atractiva. Un nuevo mundo emergía, en una transición geopolítica que tenía como principal objetivo definir quién o quiénes serían ahora los dueños de ese nuevo mundo. No es extraño, en ese sentido, que hoy se hable de la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial. Según Héctor Luis Saint-Pierre: «Parece obvio que, dada la fractura del sistema internacional y la posible confrontación entre la hiperpotencia y los nuevos polos de poder, las formas bélicas de resolver las brechas en la política internacional sean inevitables. Ante esta posibilidad, la presión se sentirá en todos los teatros de operaciones que ocuparán por completo el mundo».
Lo que nos dice Saint-Pierre, por un lado, es que las formas bélicas —la guerra— serán el método para resolver crisis, para crear un nuevo mundo y también una hegemonía global. Por otro lado, anota que la guerra tendrá un carácter global. Dicho de otra manera, será la fuerza y no el consenso la que definirá las características del nuevo orden. Como dice Carl Schmitt «soberano es el que define el estado de excepción».
Tampoco es extraño que las guerras aparezcan como actos brutales cuyo único interés es imponer la dominación al más débil. Ejemplo de ello es el genocidio que hoy comete Israel contra el pueblo palestino. Ahí no existe el derecho internacional, tampoco las instituciones internacionales y menos aún, para ponerlo en términos bíblicos, la piedad. Solo queda la barbarie, patente en la postura del Ministro de Patrimonio de Israel, Amichai Eliyahu, quien considera como una posibilidad lanzar una bomba atómica contra la Franja de Gaza, mientras cree necesario "averiguar qué es importante para ellos, qué les asusta, qué les disuade... [ya que] no le temen a la muerte."
Lo que queremos transmitir es que la guerra es la noción que nos permite entender lo que ocurre hoy tanto a nivel nacional como internacional. Por ello en este Quehacer #13 publicamos varios artículos sobre la guerra, la democracia y el capitalismo; la posibilidad de una tercera guerra mundial, las economías delictivas, la conflictividad en el mundo laboral, la “guerra” de los conservadores contra las mujeres y el aborto; asimismo, sobre los tiempos violentos en Argentina, las relaciones entre China y Estados Unidos, lo que hoy sucede en Guatemala, entre otros temas. En la sección cultural publicamos textos sobre Mario Vargas Llosa en tanto intelectual público y literato, a propósito de su anunciado retiro. También un comentario sobre el sentido político de la última entrega de los premios Oscar. Finalmente, una nota sobre el legado de Gonzalo García Nuñez, compañero recientemente fallecido.
Como es ya costumbre agradecemos la generosidad de las y los colaboradores. Sin su apoyo desinteresado no sería posible esta revista. Quehacer, como siempre decimos, es un trabajo colectivo y solidario al mismo tiempo.
Alberto Adrianzén M.
Director
Lima, abril 2024