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Trabajo

Informalidad laboral: debate monopolizado

Informalidad laboral: debate monopolizado
Mario Zolezzi

Pocos temas polarizan tanto en nuestro país como lo hace el de la informalidad laboral y su reducción. Cada vez que algún candidato promete algo vinculado a la formalización de la fuerza laboral, se le recuerda que cualquier intento de reducción de la informalidad debe venir acompañado de una reforma integral de la legislación laboral.

Y es que, para muchos, el proteccionismo o rigidez de nuestras normas laborales son el principal factor de generación de la informalidad: los empresarios, "asfixiados" por la rigidez y sobrecostos de estas normas se ven impedidos de contratar de modo formal a la gran mayoría de trabajadores en nuestro país. O se desalienta la contratación de trabajadores, fomentando el desempleo (y surge, por tanto, el autoempleo), o se incentiva la contratación informal. Esta forma de explicar la informalidad, que actualmente monopoliza el debate, es bastante discutible.

¿Qué informalidad?

Quienes plantean que la informalidad surge principalmente por la rigidez de las normas laborales parten de un lugar común: que quienes se encuentran en la informalidad son un grupo numeroso y casi homogéneo, cuyos miembros comparten un rasgo esencial: la resistencia frente a las barreras que las normas y prácticas del Estado impone. El planteamiento es bastante simple: un grupo altamente numeroso de la población económicamente activa ocupada se encuentra en la informalidad laboral debido al proteccionismo o rigidez de las normas laborales. Sin embargo, en la realidad, ese conjunto de personas es mucho más disímil de lo que parece.

Rentería, cuestionando directamente las hipótesis de "El otro sendero" de Hernando De Soto, apunta el carácter heterogéneo del sector informal, "donde predominan lógicas de subsistencia antes que de acumulación". Otros autores señalan que los conceptos de informalidad o marginalidad son insuficientes para describir la heterogeneidad de las unidades económicas que congregan tales categorías.

El empleo informal está compuesto, en su mayoría, por trabajadores independientes (43.3%) y no solamente, como suele creerse, por los trabajadores que debiendo tener los típicos beneficios laborales no los gozan: los trabajadores asalariados, que son en realidad el segundo gran grupo, con 35.7%. Es el caso al que suele aludir la literatura y la prensa cuando se refiere a los "trabajadores desprotegidos".

En realidad, 3/4 de la PEA está compuesta por sectores muy diversos a los cuales resulta poco serio atribuir un mismo origen: la rigidez de las normas laborales. Inclusive, en términos jurídicos, solo en el 38% de los casos (sumando asalariados con trabajo del hogar) se estaría frente al ámbito clásico de aplicación de las normas laborales: los trabajadores dependientes o con relaciones subordinadas.

De ello podemos sacar una primera conclusión: cuando se hable de "informalidad laboral", lo más adecuado será identificar el sector concreto del que se trata, dada la gran heterogeneidad de dicho grupo de personas y no, como se suele hacer, referirse a este inmenso colectivo como si se tratara de un conjunto con características altamente similares.

No una, sino muchas causas

A la rigidez de las normas laborales se la asigna un efecto tremendamente perverso: la "condena" de los trabajadores peruanos a la informalidad. En la academia, a esta forma de explicar el origen del fenómeno, iniciada por De Soto, se le denomina la escuela legalista, en virtud del preponderante rol que se le asigna al sistema legal. Junto con ella, encontramos a la escuela dualista, desarrollada por el antropólogo Keith Hart y la OIT, que plantea esta división inicial entre un sector que operaba dentro de los márgenes de la ley (formal) y otro, producto de la incapacidad del primero de absorber la mano de obra existente en un país (informal).

A estas escuelas se suman la estructuralista y la voluntarista que también proponen una explicación del origen de la informalidad. Bajo la primera, la informalidad puede surgir producto de la estructura económica capitalista de cada sociedad, dado que en un escenario en el que la competitividad es cada vez más fuerte, las empresas requieren de estrategias dinámicas y flexibles para sobrevivir, siendo una de ellas la contratación con empresas informales. Por su parte, la escuela voluntarista plantea que son los propios actores los que escogen voluntariamente ser informales luego de un análisis respecto a los beneficios y costos que asumirían de ingresar al sector formal.

Además de las que proponen estas escuelas, hay otras explicaciones sobre el origen de la informalidad. Por un lado, tenemos el enfoque institucionalista, bajo el que se analiza cómo la capacidad del Estado de fiscalizar y ejercer coerción para el cumplimiento de sus normas influye en el origen de la informalidad. Esta capacidad, denominada enforcement en la literatura anglosajona, podría ser una de las principales causas de la informalidad en el caso de los trabajadores con empleo informal inmersos en el sector formal, es decir, las empresas formales que encubren relaciones de trabajo.

Otro enfoque es el cultural. De acuerdo a este enfoque, la informalidad puede responder a patrones culturales, a valoraciones subjetivas o a costumbres que se repiten en determinados círculos de la sociedad. En cuanto a los patrones culturales, Chen plantea que, replicando los roles de género, a las mujeres se les suele asignar trabajos dentro del sector informal en mayor medida que a los hombres. La evidencia comprueba que, efectivamente, la tasa de participación de las mujeres dentro del sector informal es mayor que la de los hombres.

Otro ejemplo de la explicación cultural es el caso del trabajo del hogar. ¿Por qué un sector con una normativa tan flexible, con costos que dependen casi unilateralmente de la voluntad de los empleadores y con trámites de registro no muy complejos, presenta los mayores índices de informalidad (92%)? Puede que ello se deba a la poca valoración que existe sobre los roles de trabajo dentro del hogar (trabajo de cuidado asociado a las mujeres), en comparación con el trabajo más típico o clásico.

Dada la variedad de teorías que buscan explicar el surgimiento de la informalidad, asistimos actualmente a una suerte de consenso entre los investigadores y la academia que apunta a considerar la informalidad como un fenómeno multicausal o multidimensional. Como consecuencia de ello, el trabajo o tarea consiste en determinar, dependiendo del caso concreto, a qué causas corresponde cada manifestación de la informalidad.

Un siguiente elemento a tomar en cuenta cuando se discute la reducción de la informalidad es que las razones por las que esta surge varían según el ámbito del que se trate. Por ello, reconocer la heterogeneidad de los informales es clave. Considerando todo ello, la idea de que las normas (incluyendo las laborales) son el principal generador de informalidad es apenas una entre muchas explicaciones sobre este fenómeno.

¿Y los resultados?

Por lógica, toda norma o política pública implementada debería ser evaluada cada cierto tiempo. Sin embargo, esa idea que pareciera ser bastante sencilla, no es la regla en nuestro país. Las políticas para reducir la informalidad no son la excepción.

Con la Ley de promoción y formalización de la micro y pequeña empresa de 2003 (Ley N° 28015), el Gobierno peruano empezó a regular un régimen especial laboral destinado inicialmente para la microempresa, el cual fue extendido a la pequeña empresa a partir del año 2008 (Decreto Legislativo N° 1086). La premisa de este régimen laboral especial es que los niveles de informalidad laboral y empresarial se deben a la imposibilidad de los micro y pequeños empresarios de asumir los costos excesivos que establece la legislación laboral. A modo de ejemplo, las gratificaciones que equivalen a un sueldo adicional en julio y en diciembre (para el régimen general), se reducen a la mitad para la pequeña empresa y se eliminan para la microempresa.

A casi 15 años de la implementación del régimen laboral de la microempresa y casi 10 años del régimen laboral de la pequeña empresa, es válido preguntarse por sus resultados: ¿se consiguió o no un mayor índice de formalización tanto laboral como empresarial? Son pocos los reportes del Estado peruano sobre la materia e inexistente un análisis integral que evalúe si la principal herramienta para formalizar la fuerza laboral en el Perú dio los frutos esperados.

Al contrario, existe evidencia en el Perú que cuestiona que la aplicación del régimen laboral de la micro y pequeña empresa haya contribuido con la formalización. Por ejemplo, revisando las estadísticas correspondientes al año 2013, Cuadros encontró que solo el 8.4% del total de microempresas se formalizó a través del régimen de la micro y pequeña empresa (MYPE), y solo el 6.7% de las pequeñas empresas hizo lo mismo a través del referido régimen.

En cuanto a la cantidad de trabajadores que están registrados en el Registro de la Mediana y Pequeña Empresa (REMYPE), la información disponible en los portales estadísticos del MTPE tampoco muestra un número apreciable con respecto al total de trabajadores.

Y si bien desde el año 2013 se identifica un leve incremento del número de trabajadores registrados en el REMYPE -- lo que repercute en su proporción respecto del total de trabajadores registrados -- dicho incremento no es significativo, pues en ninguno de los casos este ha significado un porcentaje mayor al 7%, teniendo en cuenta que, como es ampliamente conocido, la fuerza laboral en el país se concentra en la micro y pequeña empresa. A diez años de su implementación, el REMYPE no parece haber contribuido de manera efectiva a la formalización.

De esta manera, vemos que las propuestas nacidas de la idea de que la rigidez normativa es la principal causa de la informalidad -- concepción que hoy monopoliza el debate -- no han surtido el efecto esperado. La evidencia muestra el poco impacto de los mecanismos aplicados bajo el supuesto dominante de que son las normas laborales las principales causantes de la informalidad.

Es por ello que insistimos en que el debate sobre la reducción de la informalidad debe (i) venir acompañado de un sinceramiento sobre el sector concreto del que se discute (dada la heterogeneidad de sus actores); (ii) asumir que la informalidad es un fenómeno multicausal; y, (iii) reconocer que los mecanismos de formalización basados en la idea de que son los costos impuestos por la legislación laboral los principales responsables de la informalidad, no han surtido el efecto esperado.

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