Un mundo apolar, anárquico y violento
El derrumbe de la Unión Soviética cambió el poder mundial de bipolar a unipolar, convirtiendo a los EEUU en el hegemón mundial, hasta que las guerras asimétricas de Afganistán, Irak y Siria, terminaron con el poder unipolar norteamericana, originado una nueva era geopolítica, que yo he llamado “apolar,” donde los EEUU no son más el sheriff del mundo, y Rusia y China, no pueden ni quiere reemplazarlo.
La nueva era apolar es así un mundo en plena transición a un nuevo y peligroso desorden mundial. Estamos viviendo un mundo cada vez más anárquico y violento, repleto de infernales conflictos no resueltos que producen masivas violaciones de derechos humanos y olas de refugiados. Entre los conflictos más infernales están la Yihad radical islámica terrorista contra Occidente y la guerra sectaria entre chiitas y Sunnís en los países árabes, de la cual surgió el monstruoso Estado Islámico.
En este mundo apolar, los arsenales nucleares de los Estados Unidos, Rusia y China han perdido su sentido estratégico, debido a que los conflictos en las diferentes regiones del mundo, alimentadas por odios étnicos y mesianismos religiosos fundamentalistas, no se resuelven con disuasión nuclear. Tampoco, ninguna gran potencia puede hoy sola poner orden en el mundo con sus armas convencionales, so pena de involucrarse en letales guerras asimétricas sin fin. Vivimos así una crisis del poder mundial.
La anarquía y violencia de este mundo apolar, solo podría superarse, en gran parte, si los EEUU, Rusia y China se ponen de acuerdo para luchar contra el terrorismo islámico, la proliferación de las armas nuclear y el cambio climático, que son las tres más grandes amenazas que confronta hoy la humanidad. Sin embargo, hasta ahora esto es imposible porque los EEUU están enfrascados con su política de “American First,” en una peligrosa confrontación geopolítica con Rusia y China, a la vez.
La nueva doctrina de “unir para no reinar”
La actual confrontación entre EEUU y Rusia tiene su origen en el acuerdo geopolítico más importante de la post guerra fría, como fue la reunificación de Alemania. Rusia dio su beneplácito a la unidad alemana a condición de que los EEUU no extendieran la OTAN hacia Europa del Este.
Los EEUU violaron este compromiso. La OTAN, no solo reclutó a casi todos los países del Este de Europa, sino que intentó reclutar a Ucrania. Y con esta pretensión quiso llegar hasta la misma frontera con Rusia, haciendo estallar un conflicto armado en Ucrania, que hasta ahora no tiene solución.
Lo que no tiene explicación estratégica, es como los EEUU teniendo a Rusia de nuevo como rival mundial militar, se ha lanzado a confrontar a China. No la reconoce como potencia global y la confronta con una guerra comercial y un desdén geopolítico peligroso, que consiste en no reconocer, que la China considera el llamado Mar del Sur de la China como su zona de influencia.
Esta confrontación geopolítica simultánea con Rusia y China es un gran error estratégico de los EEUU, Es el abandono de más de 40 años de la política exterior de Kissinger, frente a Rusia y China, que funcionaba bajo el dictum de “dividir para reinar.” Ahora, los EEUU, con su confrontación simultánea a Rusia y China, han cambiado esta política bajo el dictum surrealista, de “unir para no reinar”. En efecto, gracias a los EEUU, hoy Rusia y China son aliados estratégicos.
Más armas nucleares y más calentamiento global
Hoy son nueve los países que poseen el arma nuclear. A las cinco grandes potencias nucleares, los EEUU, Rusia, China, Reino Unido y Francia, se han sumado, Israel, India, Pakistán y Corea del Norte. Y lo más peligroso de esta proliferación es que la anarquía apolar ha permitido que un régimen pobre y paranoico como Corea del Norte y un Estado inviable, rodeado de fanáticos talibanes, como Pakistán, se doten de armas nucleares.
Por si fuera poco, los EEUU y Rusia se han lanzado a modernizar sus arsenales nucleares con una nueva generación de estas armas, abandonando peligrosamente el control mutuo de los armamentos nucleare que existía en la guerra fría.
Por otro lado, ninguna de las grandes potencias industriales ha cumplido con la recomendación de los científicos de reducir, de aquí al 2030, el 45% de sus emisiones de C02. Sin duda, esto se debe a que el Acuerdo de Paris, por más que se le glorifique, es un acuerdo muy débil, porque dispone que la reducción de las emisiones de CO2 se hagan como contribución voluntarias de cada país. Y así nadie cumple con las metas que piden los científicos.
Con la modernización sin el control de las armas nucleares y sin el cumplimiento de las recomendaciones de los científicos, de reducir el 45% las emisiones de C02, la anarquía apolar se profundiza hoy peligrosamente.
Sudamérica: bienvenidos a la disuasión y al cambio climático
También Sudamérica está afectada por la anarquía apolar. Hoy existe una carrera armamentista comenzada por Chile, a la cual se unieron luego, Brasil, Venezuela y Colombia. Y el Perú no pudo quedarse atrás, ante la masiva presencia de nuevas armas ofensivas chilenas cerca de su frontera, y también ante el surrealista “triángulo terrestre”, inventado por Chile, que no es otra cosa, que una revisión del Tratado de Paz y Límites de 1929.
Ante la carrera armamentista en Sudamérica, que no inició el Perú, debemos superar esa candorosa percepción idealista, muy peruana, que consiste en pensar que adquirir y fabricar armamentos es un gasto inmoral inútil, ya que la paz es hija del desarme, inclusive del suicida desarme unilateral, que alguna vez practicaron ineptos dirigentes del Perú.
Esta percepción idealista de no tener capacidad de disuasión, es la mejor invitación a la guerra, y además, no tiene ningún valor, porque el desarme nunca se ha logrado pacíficamente en ninguna región del planeta, y menos se va a lograr ahora, en un mundo apolar, anárquico y violento.
Entonces, si el Perú quiere vivir en paz, debe seguir modernizando sus fuerzas armadas hasta lograr “un poder de disuasión creíble,” puesto que en el mundo apolar en que vivimos, los conflictos armados internacionales que se creían imposibles se vuelven probables, ante la carestía de agua, energía y alimentos que producirá el cambio climático.
Realpolitik
En este mundo apolar, anárquico y violento, solo se adaptan y sobreviven los países que saben luchar por sus intereses nacionales con realismo. El Perú por ello debe practicar una política internacional descarnadamente realista, totalmente desprovista de percepciones idealistas e ideológicas, solo guiada por nuestro interés nacional.
Esta realpolitik tiene que tener como objetivo lograr una “renta estratégica” que incremente nuestro poder de negociación internacional. Para ello, debemos fortalecer nuestras relaciones con los EEUU y también las alianzas estratégicas que tenemos con Rusia y China, y sobre todo, la que tenemos con nuestro vecino, el Brasil, independiente esto de la ideología del actual régimen. Las ideología de los gobernante pasan, los interese nacionales son permanentes.
Para fortalecer nuestra alianza estratégica con el Brasil debemos poner en marcha el proyecto del mega puerto de Corio (Arequipa) y la conexión del ferrocarril de Santos a Ilo. Si se logra que Brasil y los países sudamericanos del atlánticos usen, para comerciar con el Asia, el nuevo mega puerto de Corio en el Perú, en vez de los puertos lejanos y caros de Los Ángeles y Long Beach, nos convertiremos en el “país puerto” para el Asia, de toda Sudamérica. Sin duda, esto nos dará una gran renta estratégica sudamericana y también global.
El segundo gran objetivo de nuestra realpolitik, debe ser mitigar al máximo la gran crisis de agua y de energía hidráulica, que el cambio climático está produciendo, con el acelerado derretimiento de los glaciares de los Andes.
Nuestra diplomacia debe ayudar a localizar las mejores tecnologías para desalinizar el agua de mar con energía solar. Y además promover la cooperación del estado y empresas peruanas con firmas y estados extranjeros para lograr una gran inversión en energía solar, que abunda en nuestra costa. Ya es tiempo de comenzar a vivir con el sol del Perú.
La anarquía y la violencia del mundo apolar unida a las catástrofes del cambio climático, serán una amenaza creciente a la seguridad nacional, puesto que van a producir graves conflictos internos e internacionales por la escasez de agua alimentos y energía.