“Creo que hay que voltear la página de Alan García”
Una entrevista con Carlos Roca
¿Qué sentiste, como persona, como aprista, cuando te enteraste del suicidio de Alan García?
Estuve profundamente conmovido. Intuía que él podía tomar una decisión de esa naturaleza, por su personalidad no iba a aceptar jamás salir enmarrocado, expuesto al escándalo público. Cuando a mí me llamaron muy temprano y me dijeron “estamos viendo que han llegado a la casa de Alan, parece que lo llevan a la Prefectura”, yo respondí “no, es imposible que lo hayan sacado y que lo estén llevando enmarrocado”, a los pocos minutos me dijeron “no, lo están llevando a una clínica porque se ha disparado”. Entonces se confirmó lo que yo intuía, conociéndolo. Me apenó mucho que se nos haya ido así, de una forma tan trágica. Su suicidio me impactó muchísimo. Estaba muy, muy dolido, inclusive estaba muy preocupado de ir al local del partido porque no me iba a sentir bien.
En una declaración hace unos años señalaste que a Alan lo ganaba el orgullo y la vanidad. ¿Crees que el narcisismo, el ego, motivaron su suicidio?
Sí, claro, por un tema de orgullo no iba a permitir jamás verse enmarrocado, él era así. Alan tenía una personalidad muy difícil, nunca iba a aceptar su detención.
Los apristas asumían la prisión, no se suicidaban…
Iban a prisión, pero no por presuntos actos de corrupción. Por qué se iban a suicidar si eran mártires por un ideal.
En el caso de Alan García para muchos su suicidio ha sido una admisión de culpa de los cargos de corrupción en su contra
Esa puede ser una interpretación.
¿Y tú crees que el suicidio fue consecuencia de sentirse descubierto, acorralado por las evidencias en su contra
Podría ser. No quiero echar más leña al fuego.
¿Cómo te has sentido luego de las declaraciones de Atala revelando que era el testaferro de Alan García, del hijo de Nava confirmando que su padre recibió pagos de Odebrecht?
Primero Atala tiene que corroborar lo que dice. Estoy a la espera…
¿Pero qué sensación te deja haber escuchado esas revelaciones?
Me deja muy incómodo.
¿Te han sorprendido esas revelaciones?
Estoy tremendamente sorprendido, no porque no fuera posible, sino por los mecanismos, las formas.
¿Ahora, con las evidencias que se conocen, crees que la corrupción ligada a Alan García está comprobada?
En este momento yo tengo una actitud de esperar. Estoy a la espera del resultado de las investigaciones. Vamos a ver qué pasa. Serena y vigilante expectativa, esa es mi posición.
¿Cómo ves la reacción de la dirigencia del Apra después del suicidio de Alan García, saliendo en bloque a defenderlo?
Yo hubiera preferido mayor prudencia, que se espere el resultado de todas las investigaciones, no responsabilizar por la muerte trágica de Alan al gobierno, al presidente Vizcarra. Ha sido la reacción emocional del primer momento de quien no puede creer que Alan haya muerto por temor a que se le juzgue y sancione. Ha sido la reacción natural del aprista que no quiere creer.
¿Esa postura de la dirigencia aprista jugándose todo en la defensa de Alan a pesar de las evidencias en su contra es un suicidio político?
El suicidio significaría que ya estemos muertos, y no estamos muertos.
¿Es un grave error que les puede costar muy caro?
Es una imprudencia.
¿No le conviene al Apra asumir culpas y hacer una autocrítica sincera?
Veremos qué pasa. Hay un Congreso del partido en octubre.
¿Qué requiere el Apra, que está en un momento crítico, para tener un mínimo de estructura política?
Creo que hay que voltear la página de Alan García. Ahora sí nos jugamos nuestro futuro y creo que el partido tiene que volver a sus fuentes doctrinarias e ideológicas, tenemos que volver a ser el partido de los trabajadores, de la izquierda democrática, el partido del pueblo, el partido que tiene su utopía, que es la utopía de la sociedad sin clases, a eso tenemos que llegar. Nosotros somos un partido de principios y esos principios deben ser ahora más que nunca reivindicados. Tenemos que ir a una democratización real del partido, lo que significa respetar la voluntad de los militantes, que nunca más un grupo pequeño de compañeros que integran la Dirección Política del partido tome decisiones al margen de la voluntad del militante. Nuestras autoridades deben ser elegidas directamente.
¿Crees que el Apra tenga capacidad de renovación?
Creo que sí, estábamos en ese camino cuando se nos ha venido lo de la muerte de Alan…
Para una renovación se requieren una serie de cosas, cuadros de intelectuales…
Los hay en todo el país. En todos lados encuentro una juventud deseosa de aprender, de formarse, por eso insisto mucho en el partido escuela. Yo sí creo que una renovación del partido es posible.
¿En quiénes recaería la responsabilidad de esa renovación? No han aparecido liderazgos nuevos en el Apra.
Vamos a ver. Estoy a la espera del Congreso del partido. Voy a postular a la secretaría general. Creo que es necesario, viendo la proyección del Apra para afuera, que el partido presente un rostro no comprometido con estos problemas lamentables que hay que tratar de superar. Vamos a ver si tenemos el apoyo de los compañeros. Los miembros del partido me conocen y me respetan mucho porque saben de mi cercanía con Haya de la Torre, de mi lealtad permanente al partido y de mi honestidad a toda prueba. Creo que esos son elementos que pueden favorecer la candidatura de un veterano como yo, pero incorporando a jóvenes, digamos de los 40 años para abajo, que sean intachables. Tengo un plan de acción para la reconstrucción del partido, que lo quería presentar en el anterior Congreso partidario, pero lamentablemente no lo pude hacer…
¿Qué propone ese plan?
El primer punto es reafirmación doctrinaria y actualización programática, el segundo punto es democratización funcional y renovación promocional, el tercero es descentralización y autonomía regional, el cuarto es reactivación del partido escuela y formación de nuevos cuadros, y el quinto punto es moralización contra la corrupción y acción social para reconciliarnos con el pueblo. En este quinto punto propongo deslindar con todo tipo de corrupción, no permitiendo que los valores éticos que deben orientar nuestro comportamiento se desnaturalicen bajo el falso argumento de una presunta fraternidad que nos hace cómplices de los delitos cometido por quienes traicionaron la línea moral señalada por Haya de la Torre, que vivió austeramente y murió pobre. Esto lo escribí hace dos años.
¿Esto cobra especial actualidad por lo ocurrido con Alan García?
Obviamente esto sigue vigente. No voy a poner nombres, digo lo que pienso y esto es lo que pienso. Claro que no me imaginé jamás que iba a darse este desenlace trágico de un amigo, un compañero, un hermano. Voy a adecuar este plan al momento actual. Por ejemplo, la presidencia del partido, que Alan ejercía como un homenaje a él por haber sido presidente del Perú, algo que no ha logrado ningún aprista, ni siquiera Haya de la Torre, ya no tiene razón de seguir existiendo luego de su muerte. Ya no debe haber dos secretarías generales del partido, algo que no funciona, sino un solo secretario general, con una Comisión Política consultiva y un Comité Ejecutivo Nacional de gente mayoritariamente joven. Hay que demostrar un comportamiento ético y solidario. Por eso en mi propuesta para el partido pongo que debemos reconciliarnos con la ciudadanía, frente a la cual hemos perdido credibilidad. Si el Apra hace eso, tiene futuro, si no lo hace, quedará como un recuerdo.
Como están las cosas, que el Apra recupere credibilidad entre la ciudadanía es una tarea muy complicada, que para muchos puede parecer imposible.
Bueno, busquemos a los conductores, ojalá surjan. Cuando en 1980 después de la muerte de Haya de la Torre y la derrota de Armando (Villanueva) parecía que todo había desaparecido, entonces apareció Alan, este joven que ni 35 años tenía, como una figura nueva y nos dio un largo respiro.
Alan García, que en ese tiempo los resucitó y los llevó a su mejor momento, también los ha llevado a su peor crisis histórica…
Así es. Pero bueno, esos son los ciclos.
Prácticamente los ha sepultado.
Todavía estamos aquí, veremos qué pasa. Yo tengo mucha fe y creo que el Apra va a superar sus problemas y vamos a resurgir.
¿Qué rol deberían tener en el partido sus actuales dirigentes, la generación de Mauricio Mulder, Velásquez Quesquén, Jorge del Castillo?
Deben ir a la Comisión Política para desde ahí tener una función de asesorar. La Comisión Política debe dejar de ser un organismo ejecutivo para convertirse, como era en época de Haya de la Torre, en un organismo consultivo. Ese es el lugar que deben ocupar.
En una entrevista en 2011 señalaste que el Apra se había desplazado de la centro-izquierda a la derecha. ¿Alan García ha sido el responsable de eso?
En el primer gobierno del Apra intentamos cumplir algunas cosas del programa de la izquierda democrática aprista. Alan propuso el pago de solamente el diez por ciento del valor de las exportaciones para la deuda externa, el otro tema fue la estatización de la banca, que yo la defendí en la Cámara de Diputados con un discurso basado en “El Antiimperialismo y el Apra”, pero después se retrocedió en el Senado y eso no prosperó. Ahí comenzó el fin del gobierno aprista. En su segundo gobierno, Alan buscó el acercamiento con sectores de centro-derecha, pero como consecuencia de no tener una mayoría propia en el Congreso, y entonces se desplazó hacia ese sector. Ese gobierno estaba dentro del esquema del neoliberalismo. Se pudo volver a la Constitución del 79, que tenía un contenido mucho más social que la actual, pero Alan y el equipo que colaboró con él en el gobierno prefirieron continuar tal y como estaban establecidas las cosas.
Es decir, Alan llevó al Apra a la derecha neoliberal…
Yo diría que lo que hizo fue llevar al Apra a un centro que dialogaba y gobernaba con sectores conservadores, como el PPC, que es de centro-derecha pero no es un partido reaccionario. Más criticable es el acuerdo con Odría el año 63.
¿Cómo viste la candidatura de Alan en 2016 en alianza con el PPC?
Esa alianza la decidió Alan solamente con la Comisión Política del partido, no hubo un Plenario, no hubo una Convención o un Congreso. Siempre las alianzas de este tipo se consultan, por lo menos, con un Plenario, pero eso no ocurrió. No sé qué cosa pensó Alan, tal vez creía que podía ganar, pero el resultado electoral fue sumamente negativo.
¿Luego de su derrota electoral en 2016 se le cerró el futuro político a Alan García? ¿Después de esas elecciones estaba políticamente muerto?
No sé, este es un país en que eso no se puede decir. Pero si analizamos los resultados de las últimas elecciones, los sondeos sobre la presencia y popularidad de los dirigentes políticos, Alan estaba en una situación de total desventaja. La campaña de los hechos de presunta corrupción había golpeado mucho su figura. Conversando con la gente, amigos, familiares, uno comprobaba que ser aprista se había convertido en sinónimo de corrupción.
Alan García retratado por Herman Schwarz en 1983 en su oficina en la avenida Aramburú en Miraflores (Lima), durante una entrevista para Revista Quehacer.</em>
¿Qué sensación te produce que la ciudadanía identifique al Apra con la corrupción?
Eso es terrible, me duele muchísimo. Para mí es injusto, porque en el Apra existimos gente honesta que no tenemos nada que ver con eso, pero entiendo las razones por las cuales la gente pueda pensar así. Confío que esta situación se va a superar. Vamos a trabajar para eso.
¿Cuál es tu autocrítica sobre lo que han hecho para llegar a esta crisis actual del Apra?
Hemos cometido errores, unos por acción, otros por omisión, errores que tendremos que superar. El Apra tiene que sobrevivir a esta crisis, no puede seguir en la situación en la que se encuentra. Hay que tomar conciencia real de la situación que estamos atravesando, pero hay gente que no quiere tomar conciencia de eso.
Haya de la Torre no solamente era un jefe político, también era un jefe ideológico de ustedes, Alan García fue solo un jefe político…
Alan García nunca fue un jefe, fue un líder, jefe solamente Haya de la Torre. Alan fue un líder más empeñado en ganar elecciones. Uno de los errores de Alan fue despreocuparse de la formación de los cuadros del partido. Nosotros tuvimos una formación directa con Haya de la Torre, que estaba todos los días con nosotros. Alan descuidó eso, él prefería estar en el Instituto de Gobierno de la Universidad San Martín y no en la Casa del Pueblo, donde debía estar.
¿Eso tenía que ver con que Alan García veía su proyecto político como algo personal antes que como un proyecto partidario?
Probablemente. Yo no puedo saber lo que él pensaba, no estaba en su mente, por eso digo probablemente, tal vez.
Alan vivía muy preocupado, obsesionado, con la historia y cómo ésta lo recordará. ¿Cómo crees que la historia lo recuerde?
No sé, veremos cómo terminan las cosas. Para Alan había dos temas: Dios y la historia. El suicidio es un pecado mortal, Dios en su infinita misericordia habrá evaluado la situación anímica de él y lo habrá perdonado. La historia no sé cómo lo juzgará.
Mi amistad con Alan
"Con Alan, que era tres años menor que yo, hemos tenido siempre una relación muy cordial, desde que lo conocí. Yo siempre lo voy a recordar como un amigo, un hermano”, dice Carlos Roca, recordando su relación con Alan García. Relación que comenzó hace casi cincuenta años"
¿Cómo comenzó tu amistad con Alan?
Nos presentó Víctor Raúl. Era noviembre de 1969. Yo acababa de regresar de Italia, a donde había viajada en 1964 para estudiar Ciencias Políticas. Había regresado por pedido de Haya de la Torre, que se había reunido conmigo en Roma después del golpe de Velasco. A mi regreso Víctor Raúl me pidió que dé una conferencia en el partido, me promocionó mucho y había gran expectativa. Después de mi conferencia me presentó a Alan. Al día siguiente nos volvimos a encontrar en Vitarte, en Villa Mercedes. Haya de la Torre nos pidió que vayamos porque se iban a reunir varios jóvenes. Vitarte se convirtió en un lugar en el que nos reuníamos para cantar, para conversar sobre política, sobre temas culturales, Víctor Raúl nos hacía escuchar música clásica, ópera. Alan y yo compusimos juntos la canción aprista “A la conquista de la justicia, vamos apristas…”. Mi primer acercamiento con Alan no fue solamente ideológico o doctrinario, sino también musical. Engarzamos en eso y a partir de entonces tuvimos una gran amistad…
Los dos formaban parte de los jóvenes escogidos por Haya de la Torre para que sean sus sucesores en la dirección del partido…
Alan y yo formamos parte del Buró de Conjunciones, que era un equipo de 17 compañeros jóvenes que Haya de la Torre escogió para prepararnos para continuar la obra. Los dos fuimos los que más destacamos en ese Buró. El año 72 Alan se va a estudiar a España y Francia. Me encontré con él en el año 73 en Madrid, donde estuvimos con Víctor Polay, que era nuestro amigo, nuestro compañero, también miembro del Buró de Conjunciones. Pasamos momentos inolvidables.
En 1977 Alan regresa al Perú para la campaña de la Constituyente. Cuando regresó yo era secretario general colegiado del partido, estaba en la jerarquía más alta, Alan no tenía ningún cargo. Cuando Alan habló en el partido a su regreso de Europa estuvo brillante. Entonces los compañeros dijeron que había que darle un cargo y Haya de la Torre le dio la secretaría de organización, desde la que tuvo un rol importante en la campaña de la Constituyente.
En esa campaña los dos íbamos juntos a todos lados. Éramos los dos oradores jóvenes que Haya de la Torre promocionaba. En la lista para la Constituyente yo era el número 10 y Alan el 17, ceo que eso no le gustó mucho. Los dos fuimos electos. Luego vino la muerte de Víctor Raúl, que era como nuestro padre. Recuerdo que los dos cargamos el féretro de Haya de la Torre en Trujillo.
Y después de la muerte de Haya de la Torre vino el meteórico ascenso de Alan a la dirección del partido.
El año 80 los dos fuimos elegidos diputados. Alan fue el número uno en la lista de candidatos y yo el tres. No voy a comentar las razones por las que él fue el número uno. En el año 82 había que elegir un secretario general, ahí fue que Alan presentó sus deseos de ser el secretario general del partido, yo no estaba muy de acuerdo, porque creía, como todos los apristas formados por Haya de la Torre, que se debía ir ascendiendo progresivamente en la jerarquía del partido, y en ese momento nosotros éramos coroneles, o comandantes, y había generales, había que respetar eso.
Alan me decía que había que dar el salto, yo le respondía “no es así”. Un día nos reunimos en mi casa, Alan, Lucho Alva y yo, pero faltaba Negreiros y lo fuimos a buscar a las 3 o 4 de la mañana. Alan, con esa capacidad increíble que tenía, nos convenció que había que dar el salto, que juntos nadie nos paraba, y tenía razón. Carlos Enrique Melgar fue el otro candidato a la secretaría general. Cuando en la Casa del Pueblo hablaron los dos, Alan estuvo brillante, era la imagen de la renovación que el Apra necesitaba, era un fenómeno nuevo, y ganó la secretaría general. El Apra necesitaba una figura como la suya, juvenil. Las chicas lo veían guapo, había un fenómeno de cercanía a él. Y ganamos las elecciones de 1985. A Alan le gustaba que en los mítines yo hablara antes que él porque levantaba a las masas y después entraba él con una masa entusiasmada.
¿Con los años te distanciaste de Alan?
En el Apra los distanciamientos nunca son una ruptura. Yo siempre he mantenido mi amistad con Alan. Le tenía gratitud, me nombró embajador en Italia.
¿Cuándo fue la última vez que hablaste con él?
Fue el 2 de agosto del año pasado en Villa Mercedes, cuando él me pidió hablar. Nos encerramos una hora y media en la Biblioteca de Haya de la Torre, los dos solos. Yo le dije algunas cosas de lo que era mi percepción, él me escuchaba...
¿Qué cosas le dijiste?
Una de las cosas que le dije es que debía ir más al partido. Le dije: “no te pido que vayas al partido todos los días como lo hacía Víctor Raúl, pero sí te pido que vayas al menos una vez a la semana para que dictes alguna conferencia, con toda la cultura que tienes, para la formación de los jóvenes”. Me escuchó, me dijo que sí, salimos muy contentos, pero nunca fue.