Captura del Estado y debilitamiento del pacto social
Sobre "Odebrecht: La empresa que capturaba gobiernos", de Francisco Durand
Pocos casos de corrupción han tenido tanta repercusión internacional e impacto sobre la clase política latinoamericana como “Lava Jato”. Las revelaciones sobre los vínculos de la empresa brasilera Odebrecht e importantes políticos locales, han dado lugar a sendas investigaciones fiscales, cientos de reportajes periodísticos y a la publicación de libros, como la reedición de "El Caso García" (Cateriano, 2017[1994]) y "Estado Corrupto. Los Megaproyectos del caso Lava Jato en Perú" (Pari, 2017). En Colombia se publicó "Odebrecht. La historia completa" (González, 2018). En Brasil, el caso Lava Jato inspiró hasta una serie llamada “El mecanismo”, producida y transmitida por la plataforma Netflix.
En este contexto, Francisco Durand publica "Odebrecht. La empresa que capturaba gobiernos" (2018), donde analiza la información disponible sobre los actos de corrupción en los que participó la empresa, en el marco de un problema mayor: la captura del Estado. Acostumbrada a tratar con las altas esferas del poder político, Odebrecht se relacionó con gobiernos de diferentes orientaciones políticas e ideológicas, apoyó proyectos desarrollistas y dictaduras, y utilizó esa experiencia para abrirse paso en los países latinoamericanos. El Perú fue su primer destino de inversiones, fuera de Brasil. La empresa, que pasó por distintas fases de la mano de tres generaciones (Durand destaca su carácter familiar, un sello presente en el empresariado latinoamericano), escogió al Perú para realizar sus primeras obras internacionales (1979) y para instalar una sede que maneje obras de infraestructura en toda la región (2011).
Las investigaciones periodísticas y fiscales vienen mostrando que el soborno, los favores a políticos y el financiamiento de campañas electorales, eran prácticas recurrentes de Odebrecht. A partir de 2007 se crea un mecanismo muy sofisticado para realizarlas, con una oficina llamada “Departamento de Operaciones Estructuradas”. Se trataba de toda una maquinaria de lavado de activos, de un sistema de contabilidad paralela con dinero ilícito, la “Caja 2”, con sistemas informáticos encriptados y una gran red de empresas en paraísos fiscales por donde este dinero circulaba para realizar sus pagos no declarados (coimas). Cuando el caso “Lava Jato” estalla en Brasil, uno de los principales países que recibe su irradiación fue Perú. El impacto no sólo ha alcanzado a políticos sino también a empresas locales, como el llamado “Club de la Construcción”.
A través del estudio de tres grandes obras de infraestructura, -el Metro de Lima, la carretera Interoceánica Sur y la irrigación de Olmos-, Durand muestra las prácticas corruptas, pero además la forma en que se construyen las relaciones empresa-gobierno, empresa-empresa, empresa-sociedad y Estado-Estado. La hipótesis del libro es que Odebrecht y sus socios locales operaron en un “sistema de captura corporativa basado en una red de influencias, recurriendo tanto a mecanismos legales como dudosos y corruptos, para lograr influencias excesivas e indebidas que los privilegiaron o favorecieron, obteniendo altas tasas de ganancia y adjudicándose más proyectos de obras públicas y concesiones” (p. 18).
Globalización y corrupción
Por lo menos desde hace dos décadas, el sociólogo Manuel Castells alertaba sobre la forma en que, de la mano del desarrollo de la sociedad de la información, se venía articulando una economía criminal global. En este marco podemos entender la actual corrupción transnacional, relacionada, además, al debilitamiento de los Estados, a legislaciones sumamente favorables a la acumulación del capital de las grandes empresas y a una fe ciega en la tecnocracia, situaciones promovidas por el discurso neoliberal aún hegemónico. Como señala Durand, Odebrecht es un ejemplo de empresas globales que operan simultáneamente en varios países, que se sirven de los avances de las tecnologías de la comunicación y de las facilidades de movilidad del capital (incluidos, por supuesto, los paraísos fiscales).
Como respuesta, las investigaciones también adquieren un carácter global, se producen en varios países utilizando diversos instrumentos de acceso a información. Además, cuentan con el apoyo de redes de periodistas, cuyas investigaciones contribuyen a la indignación ciudadana, fundamental para contrarrestar al enorme poder de los investigados. El internet posibilita que se comparta información en tiempo real y a escala global, y también alberga secretos que son una tentación para los “hackers”. Su papel ha sido central en la filtración de información sobre paraísos fiscales (Swiss Leaks, Panama Papers, etc.), lo cual ha obligado a la comunidad internacional a establecer mecanismos de cooperación contra el lavado de activos.
Capturando el Estado
La vinculación entre el modelo económico y las particularidades del caso “Lava Jato” no queda allí. En el periodo neoliberal, las grandes corporaciones adquieren un poder inusitado, en primer lugar económico, pero que —como advierte Durand— deviene multidimensional: es político (o instrumental) y discursivo (o mediático). Las corporaciones no solo operan en el mercado, intervienen en todo el entorno. La utilización de su modelo de negocios (en el que suelen centrarse los estudios sobre el “éxito empresarial”) y su modelo de influencias, posibilita la captura del Estado. Esto supone una interacción permanente entre acciones legales e ilegales. En el caso de Odebrecht, lo ilegal fue cuidadosamente organizado, “estructurado”, para hacer referencia a su oficina de sobornos. Se sirvió de las nuevas tecnologías, de los sistemas encriptados, de los paraísos fiscales, de grandes estudios de abogados, de las debilidades institucionales, etc.
Quebrando el pacto social
Destaco otro gran tema recurrente en el libro de Durand: el impacto de la corrupción sobre el pacto social. Los niveles de acumulación de riqueza, la asimetría del poder, la reducción de las clases medias, la evasión de impuestos, el mal uso de recursos públicos, todos son fenómenos relacionados a esta era de corporaciones globalizadas, que debilitan el pacto social. El discurso anti-Estado que promovió su repliegue y lo culpó de todos los males, sigue vigente (aunque no sin fisuras). El caso “Lava Jato” implica, como lo muestra Durand, mucho más que una serie de actos de corrupción: cuando los intereses privados en esta era de crimen globalizado capturan el Estado, todo el pacto social está en riesgo.