El libro ‘Repúblicas del Nuevo Mundo’ es enteramente recomendable por lo que diría razones académicas y razones ciudadanas. Entre las primeras porque la autora ofrece un modelo interesante de cómo elaborar una síntesis que podría resultar en apariencia imposible por la enorme diversidad y vastedad de información disponible sobre el primer siglo de repúblicas independientes de nuestro continente. El recurso que empleó fue muy interesante y es una de los rasgos más originales. Recurrió a la figura del ‘lector visitante’: explicar a un auditorio no latinoamericano cómo es la historia de nuestros países. De ahí que la primera redacción fuera en inglés. La autora eligió esta opción, pues de hecho es investigadora en Argentina, y en su condición de profesora visitante es que este libro tomó forma. La distribución del material es interesante: capítulos narrativos, con relativamente pocas notas al pie de página y una abundante información bibliográfica al final de cada capítulo. Hasta ahí podría decirse del libro que es una muy buena guía para el estudiante o el profesional de otra disciplina que quiera adentrarse en algunos aspectos de la historia latinoamericana. Una muy buena razón académica para interesarse en esta obra.

Pero hay otra razón, que diría es más bien de tipo ciudadano y que en mi opinión es su gran mérito: es un libro de historia latinoamericana políticamente razonado. Esta síntesis de historia latinoamericana es un libro muy político. No es uno más del sinnúmero de obras sobre procesos y personajes políticos que suelen ser recuentos más o menos bien informados sobre las peripecias políticas ocurridas en tal o cual país.

Los ejes que la autora ha elegido para organizar el relato que nos ofrece para la comprensión del siglo XIX latinoamericano: las elecciones, la ciudadanía en armas y la opinión pública, surgen desde las preocupaciones actuales, de estos comienzos del siglo XXI. No estamos ante un relato que se complace en una mirada condescendiente de la formación de repúblicas como si se estuviera en una especie de infancia histórica. De ahí que muy claramente Sabato no escribe acerca de la infancia , o adolescencia, de nuestras repúblicas sino de un ‘experimento político latinoamericano’. La autora no habla desde la serenidad de una altura olímpica para deplorar ‘el caos’ o ‘la anarquía’ del siglo XIX. Su punto de partida es que los actores políticos y sociales sabían lo que estaban haciendo, que estaban creando una nueva realidad. Era un experimento y de esas acciones hemos salido nosotros.

No se trata entonces de los ideales republicanos soñados con ingenuidad en el siglo XIX o de las ilusiones del desarrollo económico que marcaron tan profundamente el siglo XX. Sábato,me parece, que se hace una pregunta que podría formularse así: ¿Cómo hacernos cargo de lo que ya somos en este siglo XXI? Un tiempo marcado por el horizonte de la democracia política. Es desde ahí, desde esa adultez asumida podría decirse que la autora se ocupa de las elecciones como parte de los hábitos que van tomando forma. El capítulo de la ciudadanía en armas traza un retrato del uso de las armas en la política del siglo XIX con observaciones de interés, como que en esas luchas una vez ocurrido el desenlace no había una voluntad de exterminio con el bando derrotado, un escenario diferente al que predominó a lo largo del siglo XX, especialmente en las décadas finales.

El amplio espacio que el libro concede a los procesos de formación de opinión pública, de los debates ciudadanos es uno de los aspectos más innovadores. Recuerdo que el año pasado salió en el Perú un libro dedicado a la política peruana del siglo XIX y la palabra opinión pública tiene tres menciones, dos de ellas reproduciendo testimonios de la época. La opinión pública es un espacio fundamental en la democracia política, ese lugar donde confluyen tanto las apologías del orden establecido como las utopías que proponen alternativas. El espacio donde coexisten las nostalgias aterradas ante las necesidades del presente y el deseo inmediato por superar todos los males. El lugar donde todos podemos aprender algo de los demás y cuestionar las asimetrías en el ejercicio de los poderes.