De 1999 a 2023
“En estos días que se bombardea indiscriminadamente a la población palestina, resurge en la memoria la escalofriante portada del panfleto estadounidense Time dedicada a los indiscriminados bombardeos contra la antigua Yugoslavia: ‘Un bombardeo masivo abre la puerta a la paz’”.1
Con palabras, el periodista ruso Víctor Ternovsky llamó la atención sobre el indiscriminado y criminal bombardeo del gobierno de Netanyahu sobre la población civil de Gaza, luego del ataque terrorista de Hamas contra la población también civil israelí, así como sobre el papel de los grandes medios internacionales que como una letanía o un mantra, hablan de una “guerra” entre Israel, que es un Estado, y Hamas, que es un movimiento político que emplea métodos terroristas, cuando lo innegable en este conflicto es la violencia ejercida, sobre todo, por Israel. Según información del gobierno de Gaza, en esta guerra “entre Israel y Hamas” el número de muertos bordea los 20 mil y la de personas desaparecidas, sobrepasa las 6 mil. La demolición de Gaza (casas, hospitales, escuelas, mezquitas) hace de este lugar prácticamente inhabitable.
Francesca Albanesse, relatora especial de la ONU de los derechos humanos en los Territorios Palestinos Ocupados, ha dicho que la crisis desatada por el ataque terrorista de Hamás y el actual asalto israelí a la Franja de Gaza, es una "catástrofe política y humanitaria de proporciones épicas (…) Israel es una potencia ocupante con respecto a los palestinos. No existe un Estado palestino independiente y soberano".2
No es extraño que en esta “guerra” se niegue la existencia del otro en tanto sujeto de derechos. Toda la población civil es enemiga y por lo tanto un blanco militar: hombres, mujeres, niños y niñas son “culpables”. Un ejemplo de esta negación del otro como igual, y como sujeto sin derechos, son las palabras de Brian Mast, representante republicano por Florida, que afirmó durante un discurso en la Cámara de Representantes de Estados Unidos que no hay “civiles palestinos inocentes” 3. A todo ello habría que sumarle la creciente importancia que ambas partes otorgan a la religión para justificar la guerra y la violencia,. El Presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos dijo: “Creemos que la Biblia enseña claramente que debemos apoyar a Israel” 4. Lo mismo podemos encontrar del otro lado si consideramos el peso político de los Ayatolas en los países árabes y la importancia que tiene el Corán para justificar los actos terroristas.
En realidad, nada ha cambiado desde 1999, cuando la OTAN, incluyendo EEUU, bombardeó la antigua Yugoslavia para terminar con la tarea de poner fin a este país y convertirlo en un mosaico de pequeñas naciones. ¿Por qué un acontecimiento de hace más de veinte años, en marzo de 1999, además de un mal recuerdo es una fórmula que se repite una y otra vez en el presente? Un acontecimiento ya conocido que nos recuerda la frase de Walter Benjamin sobre el apocalipsis no como el fin sino como la reiteración.
1999: ¿El inicio de un “nuevo mundo”?
En una publicación dedicada a sus “estudiantes, para ayudarlos a construir un mundo del mañana”, el asesor de Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski 5 manifestó lo que puede calificarse de piedra angular de su pensamiento: “El colapso de su rival [se refiere al fin de la Unión Soviética en 1991] dejó a los Estados Unidos en una posición única: se convirtieron simultáneamente, en la primera y única potencia, simultáneamente en la primera y única potencia realmente global”.
Para este autor, la supremacía global de Estados Unidos se deriva en gran medida de la organización superior, de la habilidad para movilizar con rapidez sus vastos recursos económicos y tecnológicos con propósitos militares, del vago pero significativo atractivo del American Way of life y del franco dinamismo y la inherente capacidad de sus elites sociales y políticas estadounidense”. Más adelante dirá que ese poder imperial “ha producido un nuevo orden internacional que no solo duplica sino también institucionaliza en el exterior muchas características del propio sistema estadounidense”. Orden, dicho sea de paso, que se construyó durante la guerra fría y convirtió a los Estados Unidos “en la primera y única potencia mundial”. Para Brzezinski este nuevo orden se sustentaba en elementos como “un sistema de seguridad colectivo construido en la guerra fría, como la OTAN y el TIAR, mecanismos de cooperación regional, una nueva estructura constitucional y global, la “toma de decisiones por consensos, aunque dominada por los Estados Unidos” y “una preferencia por la participación democrática dentro de alianzas claves”.
Fue esta visión optimista, y este convencimiento de que se estaba frente al nacimiento de nuevo orden global de sello estadounidense, lo que llevó a este país no sólo a intervenir militarmente junto con los países de la OTAN a Yugoslavia en 1999, sino también a iniciar la incorporación a Occidente de lo que antiguamente se llamó la Europa Oriental (o la Europa comunista). Ese año ingresaron a la OTAN Hungría, Polonia y República Checa (dividida de Eslovaquia en 1993).
En octubre de 2001, un mes después del atentado terrorista de Al Qaeda en New York, Estados Unidos invadió Afganistán alegando que ahí se encontraba el jefe de Al Qaeda Bin Laden, un antiguo aliado suyo. En 2004 ingresaron a la OTAN Bulgaria, Eslovenia, Eslovaquia, Estonia, Lituania y Rumania. En el 2009 lo hicieron Albania y Croacia. El ingreso a la OTAN por parte de países europeos ha continuado, llegando a un punto culminante con Finlandia, en abril de 2023. Fue el fin de la llamada cortina de hierro, una suerte de continuación, años después, de la “caída del Muro de Berlín” como también del Pacto de Varsovia. Se podría decir que fueron años de optimismo y expansión hegemónica de Estados Unidos. Todo era posible, como demostró el golpe de Estado en Ucrania a favor de los “occidentales” en 2014, hecho que a la postre sería una de las causas de la invasión rusa a ese país.
Quien mejor retrata esos años, más allá de su actual pesimismo respecto al futuro de la democracia, es la neoconservadora Anne Applebaum, autora del libro El Ocaso de la democracia. La seducción del autoritarismo” (Debate- Penguin, 2021): “Sin embargo, en aquel momento de la historia a la mayoría de nosotros podrían habernos clasificado como liberales. Liberales a favor del libre mercado, liberales clásicos, quizás thatcheristas. Incluso aquellos que podrían haberse mostrado menos categóricos en economía creían en la democracia, en el Estado de derecho, en la separación de los poderes, y en una Polonia que ya era miembro de la OTAN y estaba en camino de adherirse a la Unión Europea; una Polonia que era parte integrante de la Europa moderna. Eso era lo que significaba ser “de derechas” en la década de 1990”. Hoy Applebaum piensa lo contrario: que Polonia no es liberal sino autoritaria y que la amenaza a la democracia a nivel mundial son ahora los movimientos autoritarios, nacionalistas y antiliberales.
Muchos justificaron esta expansión de la OTAN. Brzezinski, por ejemplo, sostenía que “el futuro de la hegemonía mundial norteamericana depende del dominio de lo que se llama Eurasia”.. Para el exconsejero de Carter, el dominio de ese espacio y sus recursos era la principal “recompensa política” de la victoria norteamericana en la guerra fría. En este contexto, para Rafael Poch de Feliu el “principal papel de Europa en el sistema internacional liderado por Washington, es consolidar la cabeza de puente estadounidense en el continente euroasiático” y el rol de la OTAN, mantener esa “cabeza de puente”. 6
Sin embargo, otros cuestionaron radicalmente la estrategia de incluir en la OTAN a los ex países comunistas de Europa oriental, entre ellos George Kennan, uno de los teóricos más importantes de la contención a la Unión Soviética luego del fin de la Segunda Guerra Mundial. En el famoso “Telegrama Largo” de 1946, Kennan planteaba dejar de lado la cooperación con la Unión Soviética y pasar a la estrategia de ganar zonas de influencia, en especial, Europa. En 1998, consultado sobre la incorporación a la OTAN de los ex países comunistas, afirmó: “Creo que es el comienzo de una nueva guerra fría (...) los rusos reaccionarán gradualmente de manera bastante adversa y afectará sus políticas. Creo que es un error trágico. No había ninguna razón para esto en absoluto. Nadie estaba amenazando a nadie más. Esta expansión haría que los padres fundadores de este país se revolvieran en sus tumbas.”7.
Como señala Francis Fukuyama,8 tras el regreso al poder en 2001, “los halcones del Pentágono y el gabinete del vicepresidente [Cheney] desarrollaron una excesiva desconfianza hacia cualquiera que no compartiera sus puntos de vista”, por ejemplo, la sobreestimación de “las amenazas (externas) que afrontaba Estados Unidos” y la “creencia en los fines morales últimos del poder estadounidense y en el escepticismo hacia las instituciones internacionales”, base de una política internacional de expansión de la democracia, compartida igualmente por republicanos y demócratas. Otro pilar era el escepticismo, compartido entre neoconservadores y realistas, sobre la “capacidad del derecho y las instituciones internacionales para resolver los problemas de seguridad grave, escepticismo que se vio reforzado por la experiencia de la guerra fría”. Todo ello llevó a un nuevo lenguaje. Términos como “miembros del eje del mal”, “países canallas” y “amenazas nucleares”, configuraron un discurso que terminó por aceptar la llamada doctrina de la “guerra preventiva”.
Un buen ejemplo fue la invasión a Irak en 2003, por una coalición de países encabezada por Estados Unidos e integrada por Reino Unido, España, Portugal, Italia, Polonia, Dinamarca, Australia, Hungría y Ucrania, bajo el argumento de la posesión de armas de destrucción masiva, afirmación que hoy sabemos fue falsa. Otro caso fue el bombardeo y la invasión a Libia el 2011, también por una coalición de países de la OTAN, donde destacan Francia, España, Estados Unidos e Inglaterra, con la premisa de las razones humanitarias, al igual que en Yugoslavia. El gobierno de Kadafi, acusado de tramar una "masacre contra su propia población”, fue intervenido bajo supuestas consideraciones humanitarias, en un esquema de cambio de régimen que terminó por convertir a Libia en un “Estado fallido, provocando la aparición de múltiples facciones armadas islamistas.”9
Las intervenciones militares en Irak y Libia y las de carácter político como en Ucrania en 2013 y 2014, cuando Estados Unidos convirtió un conflicto político interno en un golpe de Estado, son buenos ejemplos de esta nueva política exterior que combina las intervenciones políticas o militares con el cambio de régimen. En Ucrania, la “rebelión popular” promovida y apoyada por los países de la OTAN, en particular Estados Unidos, terminó con el derrocamiento del presidente de ese país y la llegada de gobiernos pro OTAN, que explican, pero no justifican, la invasión de Rusia a Ucrania y la guerra que hoy se desarrolla en ese país.
Colofón
En El gran tablero mundial, Zbigniew Brzezinski se pregunta: “En la actualidad, esta hegemonía global estadounidense sin precedentes no tiene rival. Pero ¿seguirá así en el futuro?”. En 2015, en el contexto de la visita de Xi Jinping a Estados Unidos, el politólogo Grahan Allison planteó que el próximo rival de Estados Unidos será China.10 Hoy sabemos que la hegemonía global de Estados Unidos es cuestionada no solo por China sino también por otros países que plantean la necesidad de un mundo multipolar y que rechazan una sola hegemonía global. La guerra en Ucrania, como también la violencia del gobierno de Netanyahu en el conflicto entre Israel y Palestina, demuestran que la violencia será uno de los componentes más importantes, acaso el principal, de las relaciones internacionales; los otros serán, de un lado, el deterioro y hasta la inutilidad de la diplomacia y del derecho internacional, y del otro, una suerte de disciplinamiento de las antiguas colonias para mantener el control de los recursos naturales y también frenar la migración de los pobres a los países ricos. Pero esta es otra historia.
Footnotes
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Mensaje en en Canal Telegram de Víctor Ternovsky, recuperado por [pravda-es.com] (https://pravda-es.com/world/2023/10/17/49827.html) ↩
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“Israel-Palestina: Esta crisis ha alcanzado un nivel de deshumanización sin precedentes, dice experta”. En Noticias ONU del 30 de octubre de 2023. ↩
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Declaración del 2 de noviembre de 2023, reproducida por RT en X. ↩
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Declaración del 30 de octubre, reproducida por My Politics Today en X. ↩
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Brzezinski, Z. (1998). El gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos. Barcelona: Paidós. ↩
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Poch de Feliu, R. (2003). La gran transición: Rusia, 1985-2002. Crítica. Barcelona. p. 357. ↩
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Ver: Friedman, T. (1998). Foreign Affairs; Now a Word From X, en el archivo del NYTimes. Ver también la columna de opinión firmada por Kennan para el New York Times en febrero de 1997, A fateful error ↩
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Fukuyama, F. (2007). América en la encrucijada. Democracia, poder y herencia neoconservadora. Ediciones B, S.A. Barcelona. ↩
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Ghotme, R. y Ripoll, A. Responsabilidad de proteger (los intereses): el caso de la intervención de la OTAN en Libia. Revista Reflexión Política, vol. 20, núm. 39, Enero-Junio, 2018, pp. 107-121 ↩
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Allison, G. (2015). The Thucydides Trap: Are the U.S. and China Headed for War? ↩