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Pantallazos

Gerontosaurios de izquierda

Gerontosaurios de izquierda
Born on the bayou | Collage de Ivo Urrunaga

Un gerontosaurio de izquierda no es un animal extinto, en realidad, es un homo politicus, que resuelve seguir pensando como lo hacía en su distante juventud. Un gerontosaurio —usualmente varón— es alguien que tiene miedo de renovar su espacio político o de renovarse con ideas nacidas después de la caída del Muro de Berlín. Alguien que cuando se ve en el espejo espera encontrar al joven barbudo que fue y se enfrenta a un señor con franca calvicie. Ese miedo a la renovación de todo gerontosaurio se debe a que él fue la renovación radical en un momento de su vida, y para él la vejez es casi un laberinto de intensidades prístinas que no entiende ni quiere entender. Un gerontosaurio es ese joven rebelde que se convirtió en un viejo conservador.

Una escena de enfrentamiento entre gerontosaurios y saurias jóvenes y combativas se dio cuando se produjo la masiva renuncia del Grupo de Diversidades del Movimiento Nuevo Perú en la asamblea previa a la firma de la alianza con Perú Libre. Esa noche del histórico “tetazo” dentro del local del Partido Socialista en la Plaza Bolognesi se pudo ver en un video a la militancia durante la performance: las mujeres de Diversidades con el torso desnudo, pañuelo verde en la mano —el símbolo de las luchas contra la penalización del aborto—, senos libres al aire, hablando frente a un grupo de hombres mayores con casaca puesta, criollos y urbanos, que le gritan a quien graba mientras bloquean con sus manos la pantalla, “compañera, está prohibido grabar”, entre tanto la “compañera” solo atina a decir: “no me toquen/no me toquen”.

Para hablar del conservadurismo de izquierda esta escena es sintomática: un partido encabezado por un liderazgo joven y creativo, con una candidata quechuahablante y cusqueña, Verónika Mendoza, que logró casi tres millones de votos en el año 2016 en una campaña muy dura contra ella, se ha aliado a un grupo de izquierda importante de las provincias del centro, con trayectoria de victorias en las regionales, pero con un liderazgo clásico, conservador, machista, que ha tenido expresiones tremendamente homofóbicas y anti-derechos, y que intentó en Junín retirar del currículo escolar la perspectiva de género.

Como soy activista del Frente Amplio, me parece oportuno también recordar que el ex congresista Humberto Morales del FA en su momento dijo “mi mamá me enseñó que las mujeres además de chismosas son mentirosas”. La frase le valió un puesto en la historia peruana de la misoginia. Es oportuno analizarla porque, oponiendo a las mujeres, Morales hace referencia a la madre, como si no fuera también una mujer. Pero lo que sucede es que el patriarcado latinoamericano ha sido adiestrado por madres machistas para desconfiar de las propias mujeres. ¡Cómo es posible que un militante de una izquierda verde y progresista tenga este tipo de razonamientos! Porque es un gerontosaurio de izquierda.

El gerontosaurismo es un estado mental, no una condición etaria. Los jóvenes militantes que, desde sus trincheras provincianas afirman que todo feminismo es un colonialismo son quienes no quieren escuchar a sus compañeras indígenas sobre sus propios reclamos ni las dejan hablar en las mesas de diálogo para solucionar conflictos sociales. ¡El pensamiento conservador hace lastres en la izquierda!

¿A qué se debe? Es fácil confundir un discurso nacionalista, violentista y de reivindicación popular con un discurso que emana de las canteras de izquierda. Pero no lo es. José Carlos Mariátegui, un cosmopolita, supo en su momento reivindicar al feminismo en Amauta, ¡hace 100 años!

Es imposible demandar equidad y la justicia y no luchar por los derechos de la población LGTBI y contra los crímenes de odio; es anti-ético exigir distribución de la riqueza y justificar el discurso patriarcal imponiendo liderazgos caudillistas y arrinconando a las mujeres en los espacios locales; es contraproducente olvidar las banderas del internacionalismo y estigmatizar a la migración venezolana; es nocivo sostener las banderas de los reclamos laborales y no entender que, hoy por hoy, el gran precariado rural se ve más impactado por el extractivismo depredador; no podemos luchar por los derechos de los trabajadores si no los sumamos a los derechos de la naturaleza que deben garantizar la supervivencia de la especie humana.

Hoy la izquierda peruana, con sus diferencias internas, no puede dejar de ser derechohumanista, ecologista, decolonial, feminista e indigenista.

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