4
Internacional

América Latina en la disputa global entre China y EEUU

América Latina en la disputa global entre China y EEUU
Trump y XI Jinping durante su reunión bilateral de junio de 2019, en Osaka. Fotografía de Shealah Craighead. Official White House en Flickr

En 2017, Donald Trump fue elegido bajo el lema “Make America great again”, la promesa de devolver a EEUU su grandeza de antaño, ante el ascenso de nuevas potencias que pretendían disputarle la primacía. Su agenda incluía reconstruir el tejido industrial y atacar la deslocalización de miles de puestos de trabajo fuera de EEUU. Para Trump, la globalización que antes había favorecido a su país y confirmado su liderazgo mundial, era ahora desventajosa para Washington, lo cual era inaceptable. Durante su campaña electoral, incorporó al economista Peter Navarro, autor del libro -y luego exitoso documental- “Muerte por China”, en el que responsabiliza a China de la desaparición de 57 mil empresas y 25 millones de puestos de trabajo en los EEUU, además de acusar a Beijing de subsidiar ilegalmente sus exportaciones, manipular su moneda, robar propiedad intelectual, contaminar el ambiente y explotar laboralmente. Este feroz guerrero antichino es hoy el principal asesor comercial del gabinete Trump, y es considerado el economista más influyente de su gobierno.

De ser el principal socio comercial de EEUU, China devino en la principal amenaza a su liderazgo mundial. Algo que para Trump y el equipo dirigido por Navarro había que enfrentar resueltamente, abandonando las ilusiones de una globalización benéfica para los EEUU y adoptando una agresiva postura proteccionista. Luego de su retiro de los tratados de libre comercio promovidos por la administración Obama -en especial el TTP y el TTIP con la Unión Europea- en marzo del 2018 Trump inició de manera unilateral una guerra comercial con China. Las tarifas arancelarias fueron su principal arma para corregir el abultado desbalance comercial con Beijing. Al mismo tiempo, la Casa Blanca invocó a las empresas estadounidenses que volvieran a los EEUU y trajeran de vuelta a casa esos miles de puestos de trabajo.

Como señalan Ugarteche y Ocampo esta guerra comercial se basa en presupuestos falaces con los que EEUU responsabiliza a su rival por su pérdida de competitividad y por el elevado nivel de endeudamiento, dos factores que desnudan su progresivo declive como primera potencia económica mundial, algo que no se resolverá con una política de sanciones y alza de aranceles.

Desde un inicio era evidente que esta contienda iba más allá de lo estrictamente comercial. Las sanciones a la multinacional de tecnología Huawei, la detención arbitraria de su directora ejecutiva Meng Wanzhou en Canadá, la prohibición a las empresas chinas fabricantes de celulares de invertir en tecnología estadounidense o de abastecerse de sus componentes so pretexto de poner en riesgo la “seguridad nacional”, son medidas que indican una lucha encarnizada por la supremacía en las nuevas tecnologías de la información entre las dos superpotencias. Aunque la alarma sobre el “peligro chino” fue iniciada con el “pivote asiático” del presidente Obama, la administración Trump continuó elevando el tono de la confrontación con las belicosas declaraciones de su Secretario de Defensa, Mark Esper y del vicepresidente Mike Pence, quienes presentaron a China como la mayor amenaza para la seguridad nacional de los EEUU, superando a Rusia. En realidad el conflicto no tiene nada que ver con aranceles sobre aluminio, coches o celulares; EEUU está enfrascado en una disputa geopolítica para impedir el ascenso de China como primera potencia económica mundial en el siglo XXI.

Trump

Official White House</em>

Por ello, cualquier tregua en la guerra comercial debe ser entendida apenas como un paréntesis, motivado por la urgencia del presidente Trump de asegurar su reelección en noviembre del 2020, en medio del impacto que han causado en su electorado rural las sanciones replicadas por China, además de la campaña por su destitución lanzada por el partido Demócrata.

¿Una Guerra Fría 2?

La expresión “Guerra Fría 2”, usada para referirse a esta contienda, no da cuenta cabal de las diferencias entre la Guerra Fría EEUU-URSS y la situación actual. La Guerra Fría fue una confrontación de bloques entre dos superpotencias que tenían diferencias ideológicas, enfrentamientos geopolíticos, economías independientes y coaliciones militares opuestas. La confrontación tenía el acento en las guerras interpuestas en el Tercer Mundo, la confrontación ideológica y la carrera armamentista.

En cambio, las economías de EEUU y China están íntimamente vinculadas. Ambas representan 40% de la economía mundial, lo que explica que su guerra comercial lance ondas de desestabilización a nivel global. El acento de la confrontación no está, por el momento, en el terreno militar, puesto que la modernización militar china sólo busca alcanzar un nivel de disuasión para garantizar su seguridad nacional ante el abrumador poderío militar de EEUU. China no pretende reemplazar a los EEUU como hegemón mundial y más bien labora por un nuevo orden multipolar en el que se reconozca un protagonismo merecido a los países emergentes del sur, hoy día marginados del Consejo de Seguridad de la ONU y de otras instituciones internacionales. Los ejes de confrontación están en el liderazgo en la cuarta revolución tecnológica y en el enorme desafío del calentamiento global.

Trump

The White House en Facebook</em>

Por ello es un error presentar la situación como un enfrentamiento global entre China y los EEUU, de modo análogo a la Guerra Fría entre los EEUU y la URSS. La realidad, como ha señalado descarnadamente el presidente francés Emmanuel Macron, es que vivimos “el fin de la hegemonía occidental del mundo” y nos adentramos a un “siglo asiático”. Estos son los cambios en el sistema mundial y que las viejas potencias occidentales coloniales y neocoloniales se resisten a aceptar, apelando a la defensa de un ficticio “orden mundial liberal” ante la emergencia de un peligroso “nuevo orden mundial totalitario”.

En la situación internacional actual, cargada de tensiones, incertidumbres y amenazas globales, sólo hay dos planes generales de reordenamiento global. Uno es el belicista de Occidente, liderado por Washington y basado en el intervencionismo, el pisoteo de la soberanía nacional y la legalidad internacional, los cambios de régimen y el control de recursos por la vía militar. El otro es el proyecto de un orden integrador y multipolar, basado en el consenso entre las diferentes regiones y países del mundo para salvaguardar la paz mundial y enfrentar los desafíos del cambio climático y las desigualdades económicas globales; en esta ambiciosa apuesta, la política exterior de la República Popular China juega un rol protagónico. Veamos ahora cómo se expresan estos dos proyectos en América Latina.

¿América Latina en disputa?

En los pasados años China se ha convertido en uno de los principales socios comerciales, sino el primero, para varios países de nuestra región. Ante la presencia de Beijing en su tradicional “patio trasero”, EEUU ha reaccionado exclusivamente desde el ángulo de “una amenaza a su seguridad nacional”. Sus esfuerzos se han dirigido a ampliar su presencia militar en la región, aprovechando los cambios políticos en Ecuador, Brasil y Argentina, obteniendo el acceso a nuevas bases militares para ampliar así su exuberante red, que según cálculos conservadores bordea el millar a nivel mundial. Para justificar este despliegue, su retórica belicista apunta a los peligros “imperiales y depredadores” de la presencia en nuestra región de China, y en menor medida, de Rusia.

Al observar la expansión económica china en nuestra región, constatamos que se ha guiado principalmente por oportunidades de negocio y necesidades de materias primas para su acelerado desarrollo económico y no por criterios de geopolítica o ideológicos. China mantiene relaciones comerciales con casi todos los países de la región al margen de su inclinación política. Chile y Colombia se encuentran dentro de sus principales socios comerciales siendo al mismo tiempo aliados privilegiados de EEUU, mientras la Nicaragua sandinista mantiene relaciones con Taiwán y no tiene relaciones diplomáticas ni comerciales con la República Popular China.

Muchos analistas concuerdan en que la expansión económica de Beijing en la región se debe antes al abandono y desidia de EEUU que a una política deliberada de China. Además de la “ayuda” militar, EEUU no parece tener nada que ofrecer a nuestra continente en términos de inversiones y nuevas tecnologías. América Latina no es una región prioritaria en la política exterior china y Beijing no busca desafiar la presencia de EEUU en la región, por lo que resulta equivocado sostener que ella se ha convertido en un espacio de confrontación geopolítica entre China y los EEUU.

Lo que sucede es que China y EEUU se mueven en lógicas diferentes. Al final es la realidad la que se impone ante desfasadas lecturas ideológicas. Un claro ejemplo es el caso de Brasil bajo Bolsonaro. Su campaña electoral estuvo marcada por un alineamiento incondicional con EEUU y fuertes declaraciones antichinas. Fue el único candidato que visitó Taiwán, lo que motivó una protesta de la Embajada China que veía como un peligro que Brasil abandone su reconocimiento a una sola China. Sin embargo, una vez en el gobierno, las necesidades económicas de Brasil lo forzaron a repensar su relación con su principal socio comercial. Su acalorada disputa con Macron enterró la posibilidad de un acuerdo comercial con la Unión Europea. Washington, su aliado privilegiado, no votó a favor del ingreso de Brasil a la OECD. El derrumbe de la economía argentina golpeó igualmente a la economía brasileña. A regañadientes, me imagino, los discípulos del gurú anticomunista Olavo de Carvalho, tuvieron que aceptar el viaje a Beijing del Vicepresidente Hamilton Mourao en junio de 2019, para un necesario “control de daños” que incluyó relanzar las relaciones económicas entre ambos países, manifestar el interés de la participación de Brasil en el proyecto de la Ruta de la Seda e invitar al presidente Xi a la cumbre de los BRICS a realizarse hacia el final del año en Brasilia. Bingo para China. Bienvenidos a este fascinante mundo post imperio americano.

siguiente artículo