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Herencias

Bodas de oro del Gobierno Revolucionario: la democratización de Velasco.

Bodas de oro del Gobierno Revolucionario: la democratización de Velasco.
Faustina Salvatierra de Prado y Valerio Prado Sánchez. Foto: Lourdes Prado Salvatierra

“En nuestros tiempos pasados, nosotros éramos sirvientes de los hacendados […] No teníamos ni voz ni voto. No teníamos la educación, ni derecho, éramos como esclavos" 1

Quien escribe estas líneas es nieta de campesinos que fueron testigos de algo que hubiese sido impensable para sus padres y abuelos: ser dueños de su propia tierra y cultivarla. Las anécdotas sobre las luchas por las tierras han sido una constante en mi niñez. Mi abuela, una mujer quechua hablante contaba orgullosa que las tierras que en el futuro nos pertenecerían a mí y a mis primos se las había dado Velasco, que había sido Velasco quien los había liberado, que era por Velasco que ella ya no sentía vergüenza de hablar en quechua y que era por Velasco que sus hijos e hijas habían podido ir al colegio, privilegio que ella no pudo tener.

A los 50 años del golpe militar encabezado por el General Juan Velasco Alvarado (1968), el debate sobre sus consecuencias políticas, económicas y sociales vuelve a la palestra con opiniones a favor y en contra. Quienes lo defienden sostienen que su gobierno ejecutó reformas redistributivas y necesarias para terminar con el dominio de los terratenientes. Por otro lado, quienes lo condenan resaltan el carácter dictatorial de su gestión, al haber llegado al poder por medios no democráticos, además de haber sumido al país en un fracaso económico.

En el debate sobre las implicancias negativas del golpe militar de Velasco sobresalen figuras como José María Caballero 2 y Matos Mar,3 para quienes la reforma únicamente había logrado terminar con el poder de los terratenientes. Desde un enfoque económico, Caballero sostiene que la Reforma Agraria, más allá de la redistribución, habría sido un fracaso. Para Caballero, la reforma había sido sesgada y había beneficiado especialmente a los trabajadores estables de las empresas, sobre todo de las costeñas. Desde un enfoque político, Matos Mar sostiene que la reforma agraria peruana muestra los límites de los enfoques reformistas de transformación social. Además, para el autor, la reforma solo agudizó las características estructurales del subdesarrollo capitalista, es decir, su dependencia, descapitalización y desequilibrio regional. Ahora bien, las críticas presentadas por Caballero y Matos Mar pretendían ser una crítica de izquierda hacia la reforma, sin embargo, estas críticas serían tomadas por los sectores conservadores para deslegitimar al gobierno de Velasco y su reforma, críticas y argumentos que perduran hasta la actualidad.

Sostener que el gobierno de Velasco fracasó analizando la reforma agraria desde una visión únicamente económica sería un grave error, ya que invisibiliza el impacto que tuvo la redistribución de la tierra en las relaciones sociales y políticas en las zonas rurales del Perú. La reforma emprendida por Velasco fue democratizadora no solo por la repartición de tierras, sino también porque emprendió un conjunto de medidas para revalorizar y empoderar a la población indígena, hasta entonces excluida.

Tres fueron las reformas más significativas emprendidas por Velasco Alvarado. En primer lugar, la implementación de la reforma educativa que buscaba empoderar a los campesinos. Esta reforma es iniciada en 1972 y si bien no era exclusiva para las zonas rurales, buscaba superar la reproducción de patrones de explotación y formar a un individuo independiente. Velasco era consciente que para el éxito de la revolución la educación y la escuela eran elementos importantes. Esta iniciativa fue bien recibida por los pobladores rurales, para los que la educación había sido un anhelo esquivo desde los años 20.4

En segundo lugar y vinculado al punto anterior, Velasco emprendió una revolución cultural, revalorizando la cultura quechua y oficializándola como idioma nacional. Para su propagación impulsó el uso de lenguas indígenas en los colegios, empleó los medios radiales y televisivos, promovió la creación de concursos regionales para que esta pueda ser expresada en la música, danza y artesanía. Finalmente, la reforma agraria modificó el poder del ámbito local. La reforma cambió la estructura de poder y le quitó el dominio a los grandes hacendados, que hasta antes de la reforma contaban con el control absoluto para recoger rentas y generar alianzas.5

Pese a estos notorios avances, hay quienes dicen que nada de lo que hizo Velasco tiene legitimidad porque rompió con el orden democrático, pero ¿podemos llamar democracia a un régimen donde la oligarquía mantenía un control sobre quiénes podían ser ciudadanos, candidatos y quienes llegaban al poder? Recordemos que hasta antes de la Constitución de 1979, el sistema político formal estaba bloqueado porque se exigía saber leer y escribir para ejercer el derecho de sufragio. Esto perjudicaba directamente a los campesinos, quienes en su gran mayoría no tenían acceso a la educación, eran analfabetos y por lo tanto no podía votar. En este contexto de democracia para las élites y exclusión para los campesinos, el gobierno revolucionario era uno de los pocos caminos viables para emprender los grandes cambios que el Perú necesitaba para romper con la tradición latifundista. Desde el gobierno revolucionario, los campesinos y campesinas fueron ciudadanos y sujetos con derechos.

Footnotes

  1. Testimonio aparecido en: Asensio, R. (2016). Los nuevos Incas. La Economía Política del Desarrollo Rural Andino en Quispicanchi 2000-2010. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.

  2. Caballero, J. (1980). Agricultura, reforma agraria y pobreza campesina. Instituto de Estudios peruanos. Lima. Caballero, J. y N. Flores (1976). Algunos aportes para el conocimiento de los problemas post-reforma agraria en ciertas zonas de Cajamarca y La Libertad. Cuadernos CEPES. Lima, mimeo.

  3. Matos, M. (1976) "Comunidades indi?genas del a?rea andina". En: Hacienda, comunidad y campesinado en el Peru?, Peru? Problema 3. Instituto de Estudios Peruanos. Lima (2a edicio?n).

  4. Ascencio (2016) nos presenta los esfuerzos de la comunidad de Pacchanta (Cusco) por tener una escuela local. Esfuerzo y anhelo que no pudo materializarse por la oposición de las autoridades locales, quienes desplegaron actos violentos para expulsar a los profesores que la comunidad había contratado.

  5. Eguren, F. (2009). La reforma Agraria en el Perú. Debate Agrario, 44.

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